viernes, 6 de marzo de 2009

Jodhpur, la ciudad azul

A las 5 de la mañana llegué a la estación de Jodhpur, segunda ciudad de Rajasthan después de Jaipur, construida a los pies de la fortaleza de Mehrangarh, una de las más grandes e importantes de toda la India. Aparte del por el color de sus casas (la mayoría de la ciudad antigua están pintadas de azul), y la calidad de sus especias, es conocida por ser una de las ciudades de la India con más dias de sol al año y, por tanto, con menos precipitaciones registradas. Así, se le conoce como la ciudad del sol.

Aquí, me estuve alojando en casa de Karmveer, que tuvo el detalle de venir a recogerme a la estación a pesar de tan temprana hora. Todo un grande este chaval que, junto a Dev Prakash, otro estudiante del centro al que espero ver pronto de nuevo por Delhi, se curraron un recorrido estupendo por toda la ciudad.

El primer punto de la visita, el Jaswant Thada, un templo de mármol blanco construido por el hijo del rey rajput Jaswant Singh II en honor de su padre, y rodeado por las tumbas de todos sus familiares en un bonito y bien cuidado jardín. Por su parte, el interior no es muy espectacular que digamos. Desde los aledaños, se divisa una espectacular vista de la fortaleza con la ciudad vieja a las faldas de la colina.


Fachada del Jaswant Thada


Vistas de la fortaleza

Siguiendo una carretera se llega a las puertas de la fortaleza de Mehrangarh (que significa "fortaleza majestuosa"), construida en el siglo XV, a 135 metros sobre la ciudad. Un auténtico feudo inexpugnable, con un sistema de defensa excepcional, como pude ir descubriendo conforme subía por sus empinadas cuestas, con picas en las puertas para detener el empuje de los elefantes del enemigo, o trampillas en los muros para arrojar aceite hirviendo.
En el muro a la izquierda de la última puerta, se encuentran las huellas de las manos de las mujeres inmoladas voluntariamente en lo que se conoce como sati. Esta tradición se hizo popular a raiz de las primeras invasiones musulmanas, cuando las mujeres de la realeza optaban por el suicidio, ardiendo en una pira, antes que ser capturadas, violadas y torturadas por los invasores.






Vista de Brahmapuri, el barrio de los brahmanes,

Desde el patio de la coronación, comenzamos la visita a las diferentes estancias del fuerte. En general, casi todo me llamó la atención, especialmente la sala de armas, la Umaid Vilas (con grabados excelentes, algunos muy divertidos), el Phool Mahal o palacio de las flores, que funcionaba como sala de baile, y la Thanki mahal, donde están expuestas las cunas de los bebés maharajás, como esta que funcionaba con electricidad:




Palanquín de madera y oro en Daulatkhana (sala del tesoro)


Phool Mahal

A los pies de Mehrangarh se extiende el barrio de Brahmapuri, asentamiento donde residen los miembros de la casta de los brahmanes. El color azul de sus casas tiene su origen en la devoción de esta casta por el dios Krishna, que tiene la piel de este mismo color. Me preguntaba porque este dios tiene el color de los pitufos y, por lo que me explicaron mis acompañantes, se ve que se debe a la ingestión de cierto veneno ingerido mientras batallaba con unos demonios.

El recorrido por esta parte de la ciudad me encantó. Se respira vida en cada rincón, gente que saluda desde las ventanas, pequeñajos correteando de aquí para allá, olor de especias en los fogones… Sensaciones difíciles de explicar con palabras, tenéis que venir para experimentarlo.





Siguiendo con el recorrido, llegamos a la torre del reloj, importante punto de encuentro, alrededor de la cual se emplaza el Sardar Bazar, el mercado antiguo, con puestos de todo tipo, y las calles ordenadas por gremios y productos, y un ambiente singular. En la puerta de entrada, se encuentra el bar Shri Mishrilal, donde se hace el mejor Makkania Lassi, uno de los más sabrosos productos locales. Se trata del lassi (yogur líquido) de siempre, con cardamomo y azafrán. Riquísimo, no os lo podéis perder.


Aquí mi segundo vaso


Sardar Bazar, con la torre del reloj al fondo

Como dije al principio, Jodhpur es famosa por sus especias, así que no podía irme sin llevarme algunas muestras. Me llevaron a una de las tiendas con más solera de la ciudad: Maharani Spices. El surtido era de lo más completo, y todo tenía muy buena pinta, pero al final me limite a tres paquetes: uno de ajo, otro de condimento para lentejas y otro, como no, de curry.
En la misma avenida de este popular negocio, se encuentra una de las pastelerías más frecuentadas, Janta Sweet Home, donde, además de dulces, se pueden saborear suculentos samosas, y otras especialidades locales como el Mirchi Vada, consistente en una guindilla acompañada de patatas revueltas con otras verduras y especias, rebozado con harina.


Muestra de especias

Para terminar la tarde, visitamos el palacio Umaid Bhawan, actual residencia del maharajá de Jodhpur, dividido en tres partes: los habitáculos del rey, un hotel de lujo y un museo, sin apenas interés. En el jardín, la colección de coches de época. El lujo y la ostentosidad en mitad de la hambruna y la miseria de millones de personas que a diario luchan por sobrevivir. Una vez más, India y sus tremendos contrastes.


Fachada del palacio

Otro día más que se pasó volando, y de nuevo, satisfecho y contento, por la visita en sí y por la compañía y la ayuda recibida. La familia de Karmveer me acogió y me trató como a un miembro más, que buena gente. Una pena que no pudiera quedarme más tiempo como ellos querían. Muchas gracias una vez más, a ellos y a los estudiantes que colaboraron guiándome y acompañándome por Jodhpur, el mismo Karmveer, Dev Prakash y, de forma más breve, pero no por ello menos importante, Umrao y Anirudh. Sois la leche. Un fuerte abrazo para todos.

No hay comentarios: